Debemos comprender la labor que estamos realizando sobre nosotros mismos en la Gnosis. Ante todo se necesita hacer conciencia de lo que es el saber esotérico-gnóstico, iniciático, y lo que es la comprensión. Obviamente, sólo del Ser y el Saber debidamente unificados surge la llamarada de la comprensión creadora.
Si tomáramos a una persona común y corriente, a una persona ignorante para hacer de ella algo mejor, ¿por dónde habríamos de comenzar? Como primer punto de vista hallaríamos que esa persona "no sabe nada"; como segundo punto descubriríamos que el Ser de esa persona no tiene ningún desarrollo íntimo. Entonces necesitamos ver el doble aspecto de cada uno, si es que se quiere hacer una buena labor. Habríamos de comenzar por el Ser, pues esa persona estaría llena de ira, llena odios, de rencores, de envidia, etc., etc., etc., ¿cómo haríamos para que esa persona fuera mejor? Se necesitaría mucha paciencia, ¿no? Habría que despertarle el anhelo de ser mejor; sólo después podría impartírsele el conocimiento gnóstico, la sabiduría, el saber.
Así pues, Ser y Saber son diferentes. Alguien puede tener mucha sapiencia, puede saber, por ejemplo, fabricar automóviles, puede conocer la medicina, la jurisprudencia, o podría haber estudiado realmente en diversas escuelas de tipo pseudo-esotérico, pseudo-ocultista, y poseer una gran erudición, eso es saber, pero podría suceder que esa persona tuviese una moral muy baja. Yo he conocido individuos afiliados a tales o cuáles organizaciones de tipo pseudo-esotérico, pseudo-ocultistas, con una ética o una moral muy baja, demasiado baja. Así pues, Ser y Saber son distintos, completamente diferentes, esto es algo que nosotros debemos tratar de comprender cabalmente.
Incuestionablemente, lo más importante para nosotros, los gnósticos, es el Ser. ¿De qué serviría poseer una gran erudición, si no tenemos desarrollado el Ser interno, si poseemos defectos horripilantes? De nada serviría eso, ¿verdad? Alguien que ha estudiado muchas obras pseudo-esotéricas y sin embargo es capaz de robar, es capaz de fornicar, de adulterar; pero obviamente puede saber mucha yoga, puede haber leído mucha teosofía. ¿De qué sirve eso? Lo más importante es el Ser.
Ahora, Ser y Saber son muy relativos. Existen distintos grados de Saber: hay personas que pueden saber más, por ejemplo, de medicina que otras, hay técnicos que saben más en materia automovilística que otros, hay astrónomos más eruditos que otros, eso es muy relativo. Y en cuanto al Ser, también es muy relativo: unos tienen más desarrollado el Ser que otros; no hay duda que el Ser, por ejemplo, de un Santo, está más desarrollado que el de un perverso. Hay distintos niveles del Ser; así pues, también eso es relativo. Sin embargo, Ser y Saber, como dije antes, son distintos. De alguien que tiene conocimiento, por ejemplo, en materia de Cosmografía, diríamos que lo que conoce es verdadero o es falso; de alguien que tiene un conocimiento grande en Geografía, podríamos decir que su conocimiento es exacto o equivocado; pero en cuestiones del Ser no cabe eso de verdadero y falso, equivocado o exacto, sino bueno o malo: fulano de tal es un buen hombre; mengano es un mal hombre. Y si es muy erudito y muy sapiente, pero es un sujeto malo, se dice de él que es una mala persona; pero si es un sujeto bueno, se dice de él que es buena gente. Así pues, eso es diferente, los términos para designar al Ser o para designar al conocimiento son diferentes.
En la Gnosis se necesita un equilibrio muy especial; se necesita, para entrar en estos estudios y en estos trabajos en que nosotros estamos, haber alcanzado el nivel aquél que se llama el "buen dueño de casa". Resulta interesante en los Evangelios esto del "buen dueño de casa", es algo que nos invita a la reflexión. Sabemos que el "buen dueño de casa" podría convertirse en algo mejor, si aspira o si anhela; pero si no tiene anhelo espiritual ninguno, obviamente se convierte en un fariseo que ha de involucionar en el tiempo. De manera que del "buen dueño de casa" puede salir un Iniciado o un fariseo. En todo caso, para entrar en estos estudios esotérico-gnósticos se necesita haber llegado al nivel del "buen dueño de casa". Un tipo lunático, por ejemplo, caprichoso, lunático, difícil, no es precisamente un elemento que pueda servir para estos estudios en que nosotros estamos. Un sujeto que no cumple con sus deberes de hogar, que es mal padre, mala esposa o mal esposo, que trata mal al cónyuge, sea éste hombre o mujer, o que abandona su hogar por tal o cual motivo, incuestionablemente no es un "buen dueño de casa".
Claro, en lo que yo estoy diciendo caben ciertas excepciones muy justas, pero hablo en el simple estilo general; porque de nada serviría ser uno un "buen dueño de casa" si la mujer le es infiel, o como se dice vulgarmente: que le pone sus buenos cuernos. Alguien por ahí contó un chiste muy simpático que decía: "El matrimonio no es el cuerno de la abundancia, pero sí es la abundancia de cuernos". En todo esto, aunque parezca chiste, hay mucho de cierto; de nada serviría que el hombre fuera muy fiel y la mujer le ponga cuernos o viceversa. En todo caso se necesita ser un "buen dueño de casa", una persona decente, equilibrada, antes de poder entrar en el sendero de la lógica.
Yo conocí un sujeto X-X, no importa quien, que estaba dedicado de lleno a esta clase de estudios esotéricos; practicaba la meditación diariamente, era vegetariano insoportable -de cuando en cuando se comía un pedacito de carne como cosa rara-. Quería llegar al Padre y así lo manifestaba; cuando conoció el Gran Arcano, porque nosotros hemos divulgado esa enseñanza, se interesó mucho por el tantrismo y si bien en principio practicó o trabajó con su esposa sacerdotisa en la Novena Esfera, días después "trabajaba" con cuanta mujer se le atravesara en el camino. Como no estoy citando nombres ni apellidos, no estoy murmurando de nadie, estoy mencionando la seña pero no el santo, y es lo importante. Lo que sí quiero continuar diciéndoles es que aquel buen hombre -de un fanatismo si se quiere extremo; era vegetariano-, sabía, no ignoraba que tenía que disolver los distintos elementos inhumanos que constituyen el "Ego", pero maltrataba a su esposa y a sus hijos; éstos sufrían lo indecible. Aquel buen hombre era millonario, inmensamente rico, mas desafortunadamente en la casa abundaba cierta miseria; la infeliz mujer no tenía siquiera dinero disponible ni como para vestir, pero él tenía deseos de llegar al Padre, Practicaba el Sahaja Maithuna con cuanta mujer se le atravesaba, pero era muy devoto, quería llegar al Padre; defendía el amor como base de todo lo que es, ha sido y será, pero azotaba sus hijos horriblemente.
En alguna ocasión compré yo dos pajarillos, por ahí un vendedor de aves que pasaba cerca, me los ofreció y los compré; no los compré con la intención de mantenerlos encerrados toda la vida en sus jaulas, no; los compré con la intención de enseñarlos a volar, porque ya habían perdido esa habilidad, y después de que ya supieran, ponerlos en libertad. Durante algunos días los solté de la jaula sobre el apartamento donde vivía y éstos volaban deliciosamente ahí; yo me sentía muy feliz viendo aquellas avecillas, no aguardaba sino a que tuvieran práctica para poderles ya abrir las ventanas y que se fueran, pues el vuelo era todavía muy torpe. Un día de esos tantos, aquel buen hombre compadecido de esas aves llegó a mí diciendo:
-"Vengo a pedirte compasión por esas criaturas que tienes encerradas en esa jaula, prisioneras sin haber cometido ningún delito, a pedirte que las sueltes en libertad".
-Mi respuesta: "Las compré para eso, para soltarlas en libertad, se las compré a un vendedor de aves; ahora te pregunto: ¿Por qué no haces lo mismo, si por ahí pasan tantos que venden pájaros?".
El hombre guardó silencio, nunca vi realmente que él hubiera abogado por esas aves, era inmensamente rico y nunca faltaban por allí vendedores de pájaros, era fácil comprar una jaula y poner en libertad las aves; él solamente se fijaba en mi error. Bueno, al fin un día cualquiera, no importa cuál, ya las avecillas estaban listas, abrí la ventana para que se fueran; partieron ellas, naturalmente. Jamás volvieron, ya las había entrenado en el vuelo y pudieron irse dichosas, quedaron libres. Parece que mi amigo se sintió muy aliviado por haber puesto esas aves en libertad, pero jamás vi que él hiciera lo mismo. Tantos vencedores de pájaros que hay por las calles del Distrito Federal, tantos que pasaban por aquella casa y nunca le vi comprar unos pájaros de esos; pero él aspiraba llegar al Padre, trabajaba en muchos ejercicios esotéricos, etc., etc.
Bueno, cualquier día de esos tantos murió el padre de su esposa, es decir, su suegro, y le dejó a su esposa una rica fortuna; de inmediato exigió a su mujer le entregara todo lo que ella había recibido como herencia, se lo entregara a el; argumentó que él era su marido y él era el que debía tener ese capital en su poder: algunas hermosas tierras, un rancho muy bello, etc., etc. Naturalmente, la pobre mujer reaccionó un poco, pensó para sí:
-"¡Si este hombre es un ogro! ¿qué esperanza puedo tener en él? Si me quita lo que me ha dejado mi padre, entonces, ¿qué haré el día que él me arroje de la casa con los pies?".
Y definitivamente resolvió ofrecerle tan solo una modesta suma por ahí, de unos cincuenta mil o cien mil pesos nada más, como para tenerlo contento; claro, que por aquella época cincuenta mil o cien mil pesos era algo terrible. Recuerden ustedes que hace unos cuantos años había un dicho que decía: "No hay general que resista un cañonazo de cincuenta mil pesos". Era verdad, ¿no? Bueno, el hombre se enfureció contra la infeliz mujer y claro, le pidió que firmara el divorcio; como ella no quisiese divorciarse, le dijo:
-"Bueno, si usted no acepta el divorcio, pues vamos a tener que ir al tribunal".
Se divorció. Sus hijos, incuestionablemente tuvieron que pasar muchos sufrimientos y, al fin, la infeliz mujer se fue para su tierra. ¿Qué creen ustedes? Pero era de una actitud muy mística e inefable, solamente me hablaba de las cosas divinas, de la senda que quería recorrer, del amor que sentía por su "Padre que está en secreto"; desafortunadamente, su hijita por un lado, sus hijitos por otro, su pobre mujer corrida porque no le entrega la fortuna..., pero él era un santo, quería seguir por esa senda purísima que lleva a la auto-realización íntima; practicaba la meditación tres y cuatro horas diarias; Magia Sexual..., eso sí, con quien se le presentara, pero él seguía siendo un "santo".
Bueno, si he dicho este, no he citado nombres ni apellidos, por eso no estoy murmurando; si citara nombres y apellidos estaría metiendo la pata, pero no estoy citando nombres ni apellidos, les repito, estoy haciendo el relato, mostrando las señas pero no el santo. La cruda realidad de los hechos es que este hombre no era "buen dueño de casa". Cuando no se es "buen dueño de casa", es claro, no se está preparado tampoco para meterse uno en la Senda del Filo de la Navaja. Por ahí me lo encontré un día de esos tantos, me preguntó sobre el esoterismo, sobre el ocultismo, sobre la Gnosis y todas esas cosas. Le dije:
-"Hombre, eso ya se me olvidó, ya no me acuerdo de esas cosas. Las conferencias que dictaba eso era por allá en otro tiempo; ya ni me acuerdo de eso, ahora estoy dedicado a la política".
Conclusión, pues simplemente lo corté, como se dice crudamente. Comprendí que no era "buen dueño de casa" y que por tanto no serviría jamás para estos estudios esotéricos. Y si he hecho este relato es para que ustedes comprendan que el basamento de estos estudios empieza por haber alcanzado el nivel del "buen dueño de casa": buen esposo, buen padre, buen hermano, buen amigo; el hombre que ve por su hogar, la mujer que ve por sus hijos; en fin, y si no es casada, la mujer será la buena hija, será la buena hermana, la mujer de hogar; si es un hombre -y no es casado- será por lo menos el buen hombre que ve por los suyos, por sus familiares, y si no los tiene, pues entonces cumplirá con los deberes que existen para con toda la humanidad en general. Pero si uno no ha alcanzado el nivel del "buen dueño de casa", no sirve para estos estudios, tiene que ser uno una persona decente, que no sea lunática, una persona equilibrada, etc.
Ahora bien, obviamente que hay algo también muy interesante, eso que se llama centro magnético. Algunas personas poseen ese centro magnético, otras personas no lo poseen; por lo común cuando uno siente atracción por estos estudios es porque tiene el centro magnético establecido en su psiquis; si no, no sentiría atracción ninguna. Recuerdo cómo nació en mí la atracción por estos estudios; claro, yo cambié de cuerpo, sinceramente, a voluntad, yo me metí entre este cuerpo, a voluntad, dejé el pasado cuerpo, a voluntad y me tomé éste a voluntad; pero sentí en mi presente existencia esa punzada -como se dice- por los estudios esotérico-gnósticos cuando todavía era un niño por ahí de unos ocho años: fui al campo y en contacto con la gran Naturaleza, contemplando un amanecer, sentí una corazonada terrible y me llegó a doler el corazón, el anhelo por las cosas divinas, y me vi a mí mismo completo en esos instantes... Algunos, por ejemplo, al leer un libro sagrado sienten el anhelo de saber algo más, y por un instante parece que se vieran a sí mismos; tienen ese centro de conciencia. Si ustedes alguna vez han sentido esa punzada, sabrán lo que yo les estoy diciendo. De manera que es muy importante eso de tener un centro de gravedad, un centro -dijéramos- magnético formado, porque debido a eso viene uno a esta clase de estudios.
Así, mis queridos hermanos, que lo que nosotros queremos es ante todo llegar a la unidad de la vida libre en su movimiento; desgraciadamente, dentro de cada uno de nosotros, dentro de cada persona, hay muchas personas, no gozamos de una verdadera individualidad sagrada; pero en ciertos momentos de supremo dolor sentimos que en el fondo tenemos una individualidad sagrada. Desgraciadamente, les digo: ¡somos muchos!, es decir, cada uno de nosotros es mucha gente, es Legión. Bueno, lo que queremos es alcanzar la unidad de la vida, integrarnos, convertirnos en individuos sagrados, y eso es posible trabajando sobre nosotros mismos, eliminando nuestros propios errores psicológicos; si lo logramos nos convertimos en individuos sagrados.
La diferencia entre persona y persona está en los distintos niveles del Ser; cuanto más cerca se esté de la individualidad sagrada, pues se está naturalmente más exaltado; cuanto más lejos se encuentre uno de su propia individualidad sagrada, pues posee un nivel del Ser más bajo.
El conocimiento que aquí, en esta sala, este Templo, estamos impartiendo a los hermanos, estoy seguro de que no será asimilado por todos en forma absolutamente igual, cada cuál lo asimilará de acuerdo con el nivel del Ser en que se encuentre; unos lo comprenderán más, otros menos; es imposible que todos lo asimilen o lo comprendan en forma igual. Así pues, mis queridos hermanos, como quiera que el tiempo nos apremia y que él es el peor verdugo que tenemos, concluiremos diciendo: que solamente uniendo el Ser y el Saber se llega a la comprensión verdadera, y que sólo con comprensión verdadera podemos trabajar sobre nosotros mismos para pasar a otro nivel de Ser o a otros niveles de Ser más elevados. Necesitamos hacernos íntegros, unitotales, y eso solamente es posible subiendo por los distintos escalones que forman los niveles del Ser.
Al escuchar pues esta plática, no olviden la necesidad de ser, ante todo, personas equilibradas, no "lunáticos", ni tampoco "malos dueños de casa"; el sendero comienza en la casa, y si las condiciones que tenemos en la casa son nefastas, pues tanto mejor para nosotros; quiere decir que el gimnasio es superior. Cuando se vive en función del trabajo esotérico y para el trabajo esotérico, obviamente cuanto más duro sea el gimnasio, tanto mejor... Hasta aquí, mis queridos hermanos, porque como ya les dije, el tiempo nos apremia.